ANIMACIÓN A LA LECTURA. CRECER ENTRE LIBROS

22.09.2014 11:05


El objetivo de este ensayo es aportar información sobre qué es y qué no es animar a la lectura, así como aportar ideas sobre cómo trabajar para conseguir verdaderamente animar a las personas a adentrarse en el fantástico mundo de los libros. Así pues, según la definición de la RAE se entiende por animación como el "conjunto de técnicas o procedimientos destinados a impulsar la participación de los individuos en una determinada actividad, y especialmente en el desarrollo sociocultural del grupo del que forman parte", estar animado es una "expresión que implica la existencia de una actitud activa ante una actividad determinada".  En cuanto a la animación lectora, se trata de promover el hábito lector en la sociedad, garantizando la cultura y el disfrute de la misma; para ello, se debe tener en cuenta que la futura sociedad son los niños de ahora y los que vendrán,  por ello nos centraremos más en cómo desde la primera infancia se puede crecer entre libros y llegar a ser un gran lector con todo lo que eso conlleva.
Por otro lado, y por la importancia que la palabra tiene en este tema, definiremos según la RAE la palabra "animador" como un "especialista en animación sociocultural". Aunque esta palabra va adquiriendo cada vez un perfil más profesional, un animador a la lectura es todo lector que por amor a la misma comparte por propia voluntad, todo aquello que la lectura le aporta. Su papel como animador no tiene ni mucho menos una labor profesional, sino una misión por propia voluntad. Miles y miles de personas, son diariamente animadores de la lectura sin tener conciencia de ello; desde aquel señor que lee silenciosamente en el tren en su trayecto diario, pasando por los abuelos que sientan a los nietos en sus rodillas para contarles historias de tradición oral, los profesores que desnudan sus emociones mientras leen un poema en voz alta en el aula,  o  los padres que cuentan todas las noches a sus hijos un cuento antes de dormir. Son muchas las personas que sin saberlo, están realizando una gran labor cultural. 
Toda persona al nacer, aprende antes a escuchar que a leer.  "La literatura está presente en nuestras vidas desde el mismo instante del nacimiento y ya nunca nos abandona, aun cuando no nos atraigan demasiado  los libros". Solo por el mero hecho de poder escuchar, ya percibimos casi tanta literatura como la que hay escrita en los libros.  "La voz es el primer embajador de la literatura, da la bienvenida a los recién nacidos, incita a leer y sirve de prólogo a la posterior lectura silenciosa y solitaria".  En antaño, la tradición oral tenía mucha vida, los protagonistas eran principalmente los abuelos, los padres o los vecinos; actualmente esta tradición ya no está tan viva y ha quedado pobremente en manos de maestros, cuentacuentos o actores, convirtiéndose solamente en una oralidad simplemente ocasional. Debido al ritmo de vida de las familias, son muy pocas las que reservan un poco de tiempo para contarse historias, para contar cuentos a sus hijos, etc. Ahora es mucho más sencillo encender el televisor y poner a los niños el  "Clan". Ellos están entretenidos y los mayores tienen tiempo para sí mismos; pero la verdad es que se está cometiendo un grave error; se está perdiendo un tiempo y una oportunidad maravillosa para acercar a los niños a los libros, para desarrollar su imaginación, para potenciar su juego, para crear vínculos de unión indestructibles en la familia; se está perdiendo la ocasión de transmitir valores de una manera divertida y fácil de recordar por los niños; se está perdiendo una oportunidad perfecta, para que los niños se desarrollen cualitativamente mejor y aprendan a conocer lo que les depara la vida desde una temprana edad  "Acostumbrarse a las historias orales por lo que tienen de confinidad y calidez, pero también de emisarias de la vida, es acostumbrarse a reconocerlas en los libros [...]  "Las voces anuncian a las letras, la escucha se adelanta a la lectura".
Si nos paramos a pensar con detenimiento, nos damos cuenta que a los ojos de muchos niños y aun más de adolescentes,  la lectura sigue siendo algo fastidioso e insustancial.  "La falta de ataduras y el énfasis puesto en el placer han sido las grandes ventajas de la animación a la lectura. Que el concepto de placer de leer haya sido patrimonio casi exclusivo de la animación en tanto, que la lectura escolar se haya asociado con el fastidio y los exámenes, es un error mayúsculo".  En definitiva, leer es leer, pero solo por el mero hecho de obligarnos a ello con la finalidad de hacer un examen o cumplir un objetivo marcado por el profesor,  paraliza de un modo importante  la formación lectora. La mayoría de los maestros se marcan el objetivo de que los alumnos lean tres libros durante el curso, tres libros impuestos por el profesor, uno en cada trimestre; luego tienen que hacer una ficha o un examen sobre el mismo, cosa que para los alumnos se convierte en una tarea fastidiosa y no agradable que es lo que debería de ser, así pues, tenemos una clara evidencia de que algo se ha hecho mal en el sistema educativo.   "En las reflexiones literarias para una biblioteca real y para otras bibliotecas públicas que dirige en 1743 el bibliotecario don Juan de Iriarte afirmaba que:
... en las escuelas, aulas, colegios, etc. se estudia por violencia, con la obligación y por miedo. En las bibliotecas públicas se lee, se estudia con total libertad.  [...] Confieso que la tal cual afición que tengo a leer, con indiferencia a otra cualquier diversión, no tanto la he adquirido de lo que me hacían estudiar en la escuela, aulas, colegios, etc. cuando de lo que a hurtadillas leía yo con libertad".
Obligar a leer un determinado libro es la peor manera que existe para fomentar el hábito lector, más adelante veremos cómo debemos incitar la curiosidad de los alumnos ante un determinado libro y comprobaremos cómo con unas prácticas tan sencillas podemos lograr grandes objetivos.
Por lo que respecta al trato con los libros, en la escuela infantil es bastante común la lectura de cuentos, pero aun siendo de especial importancia en esta etapa, no es suficiente. A medida que avanzamos en la etapa escolar, el trato con los libros queda alejado de nuestras vidas, convirtiéndose en algo ocasional en el ámbito educativo; no existe una animación continua a la lectura ni una motivación notable, y si esto no está continuamente presente y se trabaja con constancia y cuidado, nunca llegará a tener sus frutos; es por eso que nuestro país se encuentra a la cola del informe PISA.   "El informe  PISA (Programme  for Internacional Student Assessment ), que se elabora cada tres años a partir de las pruebas realizadas a miles de alumnos de 15 años de los países miembros de la  OCDE y otros asociados, mediante las cuales se trata de medir sus conocimientos en las áreas de lectura, matemáticas y ciencias, suele colocar en la cúspide de la comprensión lectora a los alumnos finlandeses. Evaluación tras evaluación, esos alumnos demuestran que no sólo son capaces de obtener informaciones de los textos leídos sino que hacen excelentes valoraciones críticas sobre su contenido y estructura.  Los profesores Pirjo Linnakylä y Jouni Välijärvi (2006) destacan como causa de los buenos resultados de sus alumnos en esas evaluaciones el compromiso personal con la lectura.".
Esto significa que los buenos resultados en la comprensión lectora se deben al interés que los alumnos finlandeses tienen por la lectura, una actividad que la ven como placentera y no como tediosa; cosa que hace que se multipliquen las horas dedicadas a todo tipo de lecturas. Esto tiene que ver; entre otras cosas, con la actitud positiva de los alumnos y con los métodos que se emplean en las aulas finlandesas, lo que se denomina  "escuela comprensiva", así como la cooperación de las familias y de las instituciones como bibliotecas y centros culturales.
 "Francisca Ripoll Aspiau (2003) miembro de la Asociación Cultural ESTEL, dedicada a la educación lectora y al estudio de la literatura infantil y juvenil formula preguntas que muchos otros se han hecho también:
El problema radica, a mi parecer, en que la palabra animación ha sido tomada en muchos sentidos diferentes y no siempre afortunados. ¿Es animación a la lectura el que una  persona vestida de payaso entre en la clase con una maleta llena de libros e invite a leer a los alumnos? ¿Es animación a la lectura llevar a un grupo de niños a ver una exposición de libros? ¿Es animación a la lectura llevar a un autor al colegio, obligando a leer una obra suya a los niños previamente, para que posteriormente le hagan preguntas? ¿Es animación a la lectura obligar a un niño a hacer una ficha de cada libro que haya leído? ¿Es animación a la lectura hacer un resumen, rellenar uno o varios cuestionarios sobre el libro que acaba de leer? (Ripoll, 2003, p.21)"
No, clarísimamente no; eso no es animar a la lectura. Animar a la lectura es que los maestros se olviden del objetivo que se persigue, animar a la lectura es compartir las emociones que sientes al leer un buen libro; animar a la lectura es contarles a los niños un cuento sin final, para que ellos inventen el suyo propio, que ellos imaginen como terminará y mueran de ganas por buscar ese libro y descubrir el final elegido por el autor; animar a la lectura es crear de un libro una obra de teatro de la cual los niños sean los protagonistas, animar a la lectura es crear actividades donde los niños tengan la posibilidad de elegir qué quieren leer, animar a la lectura no es obligar ni imponer un libro, sino recomendarlo por todo aquello que va a despertar en el lector y así hacérselo saber, animar a la lectura es que los padres lean cuentos a los niños antes de ir a la cama, animar a la lectura es crear ambientes apropiados donde los alumnos queden inmersos en la historia y les haga quererla; animar a la lectura no es obligar a hacer un resumen ni un examen sobre el mismo, sino que el lector nos cuente a todos los demás lo que ha despertado en su interior la historia leída. Un resumen o un examen provocarán que la lectura sea una experiencia horrenda, pues esta se centrará en memorizar la trama principal, los personajes, distraerse pensando en las posibles preguntas de examen... y con ello se pierde la posibilidad de adentrarse en la trama de la historia que es lo que realmente anima a leer.  Animar a leer no es más que contarles cuentos a los niños diariamente, respetar los gustos de cada alumno y avivarles la curiosidad por descubrir la magia que se esconde detrás de cada libro. Ningún niño se negaría jamás a sentarse en un lugar habilitado para lectura de cuentos;  por ejemplo; todos  los niños sentados en el suelo, con cojines,  con una luz adecuada y casi en el absoluto silencio, solo escuchar la voz de un adulto contando una historia con la emoción que solo puede mostrar el lector al que le apasionan los libros. A cualquier niño le gustan los cuentos, por eso debemos conseguir que al igual que le gusta escucharlos, le guste leerlos y que esa práctica permanezca en ellos como un momento agradable y feliz, no como algo tedioso y obligado.  Hay  muchas maneras de animar a la lectura pero no se está utilizando en la mayoría de los casos la más adecuada.
La lectura siempre se ha dado en el absoluto silencio; que entre al aula un payaso montando el más claro de los escándalos no va hacer que los niños se acerquen a los libros, estoy segura que les acercará mucho más al circo. ¿Por qué algo que siempre se ha dado en la tranquilidad tiene que ser mostrado a los niños como algo escandaloso? Un buen cuentacuentos, que con expresividad muestre misterio, animación, tristeza, alegría, emoción y todo lo que debe transmitir la historia hará un buen papel. Pero eso no debe quedar asignado al día del libro solamente, de ser así en las mentes de los niños quedará un día divertido sin más. Lo que hará un buen papel al llevar un cuentacuentos a la escuela, es que refuerce todo aquello que antes trabajamos con los niños. Ellos deben asociar esa experiencia con las lecturas que ya han hecho y debe ser una experiencia más, no la única en el mundo de los libros. La lectura no debe ser solamente un acercamiento al texto en sí, sino que debe ir más allá, debe entrelazarse con nuestras experiencias, nuestras emociones y nuestro conocimiento, aportándonos nuevas experiencias, nuevas emociones y nuevo conocimiento.
A través de diversas investigaciones científicas, ha quedado claro que el juego es altamente favorable y recomendable para el desarrollo de la inteligencia y la emocionalidad de los niños, pero en cambio se duda y de hecho se rehúsa de él en el ámbito escolar, parece ser que todavía se cree que aprender y jugar son términos contrapuestos y en la escuela no se suele utilizar como técnica de enseñanza ¿por qué?,  parece ser que todo avanza menos la educación. En antaño la escuela se veía como algo sufrido "la letra con sangre entra" y muchos docentes no pueden  eliminar de sus mentes la idea del estudio como algo tedioso. Pero nada más lejos de la realidad. Centrándonos en el tema de la animación a lectura, el juego hace un papel fabuloso  "El juego da oportunidad de combinar pensamiento, lenguaje y fantasía. Es decir, los componentes básicos de la literatura (Bruner, 1989, p.219)"
Una propuesta para demostrar que la lectura también puede ser un juego es la  "Gramática de la fantasía" de Gianni Rodari, se trata un juego muy divertido para los niños, entremezclar historias de los cuentos que ya conocen, cambiar los protagonistas, los héroes, hacer de los personajes malos los buenos y viceversa... En su libro  "Cuentos para jugar"  en el que hay cuentos incompletos en los que los niños tienen que inventar un final, el que creen que será o el que le gustaría que fuese; luego Gianni Rodari propone sus tres finales con los que se pueden comparar con los de los niños.
 Roald Dahl en sus "cuentos en verso para niños perversos" reescribió algunos de los más célebres cuentos populares con gran humor que entusiasma a los niños y se divierten muchísimo; componente que comprobamos también está en el juego. Además de todo esto,  si los docentes usan su imaginación,  pueden elaborar juegos relacionados con el contenido de los libros, jugar con la curiosidad de los niños para que se animen a leer; jugar con sus emociones y contarles lo maravillados que hemos quedado con tal historia, contándoles un poquito de que va para incitarles las ganas de conocerla; entre muchas otras cosas. Por ejemplo, una de las prácticas de fomento de la lectura que con seguridad gustará mucho a los niños, consiste en coger varios libros de la biblioteca y esconderlos por el colegio; los niños saldrán en busca de los libros y quien lo encuentre deberá buscar un rincón cerca de donde lo encontró, leer unas páginas y anotar el título del libro y sus impresiones sobre el mismo, luego volverá a esconderlo pero en un lugar distinto a donde lo encontró. El objetivo de este juego es que los alumnos conozcan los principios de los cuentos y que les mueva la curiosidad por ver como continua. Una vez termina el juego, haríamos una puesta en común sobre los libros que más les han gustado y a continuación, se les dejaría un tiempo libre para que cogiesen los libros de la biblioteca que quieran terminar de leer.
Otra propuesta sería,  dramatizar cuentos en forma de teatro, este es el más puro juego de rol, ser los protagonistas de una historia que ellos conocen les entusiasmará,  y si no la conocen harán por conocerla para hacer correctamente su papel. El afán de protagonismo de los niños nos da grandes posibilidades para trabajar la lectura y además, se trabajan otros muchos aspectos como el lenguaje, las emociones, la socialización, la creatividad, la imaginación, la memorización y el compañerismo.
Como estos ejemplos, muchos otros muy adecuados y favorables  para acercar a los niños a la lectura. Muchas de las actividades consideradas como elementales para la comprensión lectora son en realidad formas de juego. Por ejemplo, averiguar qué pasará en una historia a partir del título de un libro, o montar una historia a partir de las ilustraciones del mismo y luego compararlas... Posibilidades hay muchas, lo único que necesitamos es que los docentes se hagan a la idea de que el juego no es solamente una manera de entretenerse, además de eso, nos ayuda a sacar lo mejor de los alumnos mientras aprenden.
Estas técnicas de animación a la lectura, no se deben abandonar ni ser muy repetitivas y mucho menos deben dejar entrever su objetivo o mostrarse como una obligación. Hay que buscar técnicas adecuadas a cada edad, teniendo en cuenta que a medida que avanzan hacia la adolescencia los alumnos son más exigentes; debemos jugar con sus gustos y aficiones para proponerles lecturas, nunca dar libros concretos a leer, sino que de un amplio abanico de propuestas, a partir de sus gustos, puedan elegir; para luego  hacer una especie de "club de lectura" donde  los alumnos cuenten su experiencia a toda la clase. Ello motivará a la lectura del libro por parte de sus compañeros y no lo verán como una obligación, sino como un entretenimiento.
La lectura es una actividad que requiere práctica, cuanto más se lee más se perfecciona. Por ello hay que acercar los cuentos a los niños a una edad muy temprana para que cuando lleguen a la adolescencia sean capaces de enfrentarse a lecturas que exigen una ardua labor cognitiva. Este es uno de los problemas que afecta a que vivamos en una sociedad en la que el porcentaje de lectores es muy bajo, la comprensión lectora influye altamente en la motivación lectora. El no estar habituados a la lectura hace que al enfrentarse a un libro, y más si es exigido, se convierta en una situación horrible debido a la falta de comprensión. Si no estamos acostumbrados a leer, tenemos muchas limitaciones importantes tanto en la comprensión, como en el lenguaje, como en la escritura. Si durante nuestra etapa de primaria apenas hemos leído, cuando lleguemos a la ESO o a Bachillerato no podremos llegar a una lectura de ese nivel. No podremos enfrentarnos con un Quijote ni nada semejante, lo que terminará por hacernos aborrecer todo lo relacionado con los libros.
Pero,  ¿qué deben leer los niños? Los libros que elijamos para que formen parte de una biblioteca, deben ser elegidos con mucho detenimiento, deben ser libros con un contenido y un lenguaje de calidad, que se adecuen al nivel cognitivo de nuestros alumnos. Los libros de una verdadera literatura infantil y juvenil harán que los alumnos sepan apreciar la literatura con sentido crítico, y  puedan diferenciar la buena literatura de libros de contenido comercial.  A medida que los alumnos avancen en las etapas educativas y estas exijan o requieran una serie de literatura más elaborada y exigente debemos, además de buscar la manera de promover la curiosidad por su lectura como ya hemos dicho anteriormente,  explicar a los alumnos el contexto histórico y social de la época en la que el libro está escrito para facilitar la comprensión del mismo, para evitar que caigan en el aburrimiento por la falta de comprensión, con eso no solo lo evitaremos sino que los alumnos empatizarán más fácilmente con la historia.
A la mayor parte de personas que amamos los libros nos cuesta comprender como la mayor parte de la sociedad los aborrece. El deseo que siente un lector por acercarse a un libro y adentrarse en su historia, le hace olvidarse de que dicha experiencia para otras personas ha estado marcada por la angustia y el desánimo. Sentir pasión por la lectura no es un deseo innato ni mucho menos inmediato; un lector no nace, se hace.
La lectura tiene que poseer una recompensa para el lector adulto, debe dejar una huella en su mente y en su corazón; pero para el lector infantil o juvenil debe tener una recompensa más importante para que nazca, crezca y permanezca el deseo de leer; pues los niños y jóvenes son muy exigentes. Cuando ese deseo se convierte en amor a los libros esa huella que todo buen libro deja, que no se percibe en la infancia, será la mayor de las  recompensas; así pues, el fomento lector habrá cumplido con su objetivo.
El amor a los libros indudablemente nace en el hogar como la mayoría de las cosas, y aquello que nos gusta, deseamos y queremos en los primeros años de vida difícilmente se aleja de nosotros,  y mucho menos, se repudia. Por eso mismo, es tan importante que en toda casa haya libros, por eso es tan importante  que los niños jueguen con los libros, contarles cuentos a los niños... por eso es tan importante que se familiaricen con los libros. Si esto ocurriese en todas las familias en los primeros años de vida, indudablemente los libros formarían parte de todos y cada uno de nosotros.
No cabe duda la importancia de los vínculos que se crean entre padres e hijos con la lectura conjunta; cuando hablan sobre un libro, cuando se escuchan mutuamente... esto se convertirá en un momento muy importante en la vida de todo niño y además, su alfabetización será mucho más temprana, y su desarrollo cognitivo de una notable mayor calidad con respecto a aquellos niños que no han tenido un primer contacto con los libros antes de llegar a la escuela; todo eso, gracias a la solida emocionalidad que se crea en los niños y a los infinitos beneficios de la lectura.
La lectura es importantísima en la alfabetización de cualquier persona; la lectura proporciona aprendizaje y herramientas que no solo concluyen en un hábito lector sino que van mucho más allá. Susan Sontag en uno de sus textos,  "la escritura como lectura, afirma que "escribir es ejercer, con especial intensidad y atención, el arte de la lectura" [...]  "es el amor a la lectura lo que incita el sueño de escribir, es la lectura de los textos de otros lo que alienta la escritura de los propios" Leer y escribir van íntimamente unidos, con la lectura recibimos y con la escritura entregamos; pero ¿cualquier escritor que conocemos escribe sin sentir el amor por la lectura? Evidentemente no, las ganas de escribir nacen de nuestras lecturas, nacen de los sentimientos que nos evocan esas lecturas y del deseo de querer plasmarlos en un papel; y  ¿a qué se debe que los escritores que tanto nos gustan escriban tan bien? Pues esto, una vez más, es de agradecer al amor a la lectura; esta es una de las maravillosas consecuencias de leer, leer y leer. La experiencia que recibe un lector con los textos que lee, es la herramienta más importante y eficaz para escribir; se aprende a plasmar con mayor calidad aquello que queremos expresar; y esto no solo ocurre cuando se escribe sino que también ocurre cuando hablamos. La expresión oral, indudablemente, es mucho más fluida, clara y cualitativamente mejor en un lector habitual que en un lector ocasional, o que lógicamente, en una persona a la que no le gusta leer.
La lectura, la escritura y la oralidad están estrechamente relacionadas; una persona que en su día a día tienen cabida los libros, ya ha conseguido gran parte de ese largo aprendizaje en el complicado mundo de la lengua.



BIBLIOGRAFÍA

• 10 ideas clave. Animación a la lectura. Hacer de la lectura una práctica feliz, trascendente y deseable.  Juan Mata, 2006. Editorial. Graó.


• Cuestión de énfasis. Editorial. De Bolsillo, Susan Sontag, 2010.  Traducción de Aurelio Major.


• Estudio comparativo de la educación: Finlandia y Comunidad de Madrid. Análisis y Recomendaciones de María José García Ruiz. Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Disponible en formato pdf. https://jportugal.wikispaces.com/file/view/Informe+CM+Finlandia.pdf


• Diccionario de la RAE.