LA EDUCACIÓN EN VALORES. UNA SOCIEDAD EN CONSTANTE CAMBIO.

22.09.2014 10:56

Con el paso de los años a lo largo de la humanidad, se producen cambios en las sociedades, en las maneras de vivir, en la convivencia, en las instituciones y en las finalidades de estas. Estos cambios se producen en todos los países y realidades.  Los factores que influyen en estos cambios son diversos y afectan a las culturas, formas de vida y a los valores.  El rápido avance en las sociedades está provocando cambios en el significado y la importancia de los mismos.  Con la globalización, se ha ido creando un mundo cada vez más materialista y consumista, lo que conlleva a la discriminación de determinados grupos sociales y mucho más allá, a sociedades clasistas. De aquí, el egoísmo de nuestra sociedad. Por otro lado, está la competitividad que acarrea el hecho de querer ser mejor que otro, vestir mejor, tener un negocio mejor, un mejor coche, una casa más grande... pero, ¿dónde queda la humildad? Las cosas buenas que puede llevar la globalización como los avances tecnológicos, etc. quedan contaminadas por los graves inconvenientes que conllevan un uso no ético de los mismos.
 "Hay quien anhela el pasado y pregona que tiempos pasados fueron mejores; ya que los valores eran unos, únicos e indiscutibles y en ellos había que educar. Era la autoridad externa la que tenía el poder, la que los establecía, transmitía e imponía. Pero con los modelos del pasado no podemos dar respuesta al presente, pues ni nuestras formas de vida son las mismas, ni nuestras realidades son las  mismas. De lo que se trata es de analizar que perdura en el tiempo, qué cambia y por qué cambia para poder determinar qué debemos conservar y qué debemos transformar".
Según Isabel Carrillo (2007. p.39): "Educar en valores significa posicionarse éticamente, sabiendo qué esencias quieren perpetuarse, qué matices quieren introducirse y qué significaciones quieren rechazarse". Para ello, las personas debemos conocernos profundamente, y ser conscientes de si realmente estamos preparados para ejercer una responsabilidad tan grande, como es la de educar y tener bajo nuestra responsabilidad a unos niños a los que nuestras influencias les van a determinar conductas en la personalidad. Las futuras generaciones dependen de ello, los niños son lo que ven y la sociedad peligra ante la irresponsabilidad de los adultos.
Sinceramente, considero que tanto para ser padre como para ser docente, se deberían pasar unas pruebas psicológicas que determinasen si una persona tiene la cabeza lo suficientemente amueblada como para dejar a su cargo a niños. Estas pruebas se realizan para ser Guardia Civil ¿por qué no para ser docente? Creo que de no ser así o de no producirse un cambio lo suficientemente drástico,  de la manera en la que estamos avanzando, la sociedad está destinada al fracaso en lo que a valores humanos respecta.
Tanto padres como docentes deben aprender a educar para un mundo en constante transformación, una educación basada en valores con el objetivo de que aunque la sociedad avance los valores permanezcan. Debemos empezar a entender que la inculcación y ejemplo de los valores en la edad temprana son de vital importancia, pues éstos no son algo que se adquieren llegada la adultez, sino que es un proceso de desarrollo en el que el niño va creciendo íntegramente acogiendo para su propia personalidad aquello que ve y le enseñan, es decir, la lucha entre las influencias del "ello"   y "el superyo"   para conformar el "yo"   del niño.
Los responsables de la educación son en primer término la institución familiar y en segundo término, la escolar. Quizá la falta de atención en el niño, debido a las horas de trabajo de la familia, no les deja tiempo para inculcarles lo que deberían, y dejan y confían cada vez más, esa responsabilidad a la escuela. El cuidar al niño consta de hablar con él, de buscar tiempo para jugar con él y de ayudarle a hacer los deberes, guiarle en el aseo diario, en las comidas, a la hora de ir a la cama, etc. en definitiva, compartir una vida tanto con el padre como con la madre. Los padres deben ser conscientes de que la falta de atención en los niños repercute de una forma brutalmente negativa, y como afirma Isabel Carrillo (2007. pg.53) "sin ignorar la realidad de los tiempos que se viven hay que procurar buscar los espacios para compartir la cotidianeidad y a la vez, pensar educativamente los momentos diarios para impregnarlos de valores".
No podemos olvidarnos de la educación informal, ya que aunque los receptores no sean conscientes de su estar en el mundo, afecta y de una manera importante en la educación, por ejemplo, un programa de televisión, un anuncio publicitario, los recursos y servicios del barrio... no están pensados intencionalmente para educar, en la mayoría de los casos, pero tanto de forma positiva como de forma negativa nos transmiten valores.    
Por ejemplo, en lo que respecta a la televisión, la mayoría de las veces los niños ven la televisión para distraerse, pero lo que obtienen sin darse cuenta es una socialización continua en las actitudes, valores y conductas que les son mostrados en todo aquello que ven. La televisión afecta y mucho, a todos los aspectos de la socialización. La presencia de los niños en la emisión de programas de los adultos está muy determinada por los padres, por lo que son los primeros responsables.

Los medios de comunicación nos muestran cada vez más programas donde cuando peor hablas y más gritas, más popular eres. Ese morbo provoca curiosidad en la audiencia que ve esos programas, y se olvidan de que los niños son muy influyentes, son esponjas que acogen como suyo algo que le gusta de una persona a la que admiran, bien sea porque sale en la tele, porque le hacen gracia sus comentarios o porque tiene un buen físico o quiere ser como él o como ella.
Las lecciones morales sirven de muy poco sino van acompañadas de ejemplo y vivencias, es decir, para aprender valores deben vivirse. No podemos esperar que nuestros hijos sean dotados de unos buenos valores si se rodean de gente y de una sociedad que le muestra todo lo contrario. Nosotros como padres o como docentes debemos hacer que vivan esa realidad.
 A medida que los niños avanzan en la educación formal, pasan menos tiempo viendo la misma programación que sus padres, ya que deciden lo que ver y lo que no. Pero lo que los padres deben tener en cuenta es que las experiencias tempranas determinan en gran medida la personalidad adulta, por lo que todo aquello negativo que se le muestra al niño en sus primeros años de vida probablemente, lo exteriorizará tarde o temprano en su desarrollo social. "Gran parte de las investigaciones demuestran que los efectos principales de la televisión en los niños son en primer lugar, la violencia y en segundo término, la conducta prosocial y los roles de género estereotipados". 
Tanto padres como docentes, debemos tener claros que valores queremos educar y ser conscientes de la importancia de acompañar al niño en su formación íntegra como persona; debemos tener un compromiso con la educación, no de una forma impositiva, sino desde una pedagogía de afecto y de dialogo, del amor, de la escucha y de la palabra. Debemos ser prudentes y coherentes; no es posible educar en valores si nosotros como adultos no los hemos interiorizado antes y no vivimos conforme a los mismos. Somos objeto de observación constante por parte de los niños y objeto de imitación, en gestos, expresiones, formas de hacer y bien en aquellas conductas positivas como negativas.
En consecuencia, se aprecian cambios de conductas, tras los cuales existen valores que se derrumban. Tanto en la escuela, como en docentes, como en  alumnos y familias, se percibe un malestar creciente; y aunque no en los mismos niveles, ni en todos los colegios, no deja de ser un hecho.
La función de la escuela está cambiando, antes su función era educar e instruir. Ir a la escuela no era obligatorio, solo acudía quien quería o quién podía tener la suerte de aprender; a quien no le interesaba se dedicaba a trabajar desde muy temprana edad. Ahora con los estudios obligatorios, son muchos los alumnos que acuden tanto al colegio como al instituto a perder el tiempo agotando la paciencia de los profesores, los cuales antes eran valorados y respetados por ser personas que nos dotaban de conocimiento y saberes. Ahora están la mayoría poco valorados y desmotivados, en gran parte, por esos alumnos que se sienten obligados por ellos a hacer algo que no quieren, pero de no ser así este grupo de alumnos estaría en la calle dedicándose a Dios sabe que cosas, por lo que no se sabe cómo actuar ante esto, aunque sí podemos trabajar para prevenirlo. En primer lugar, los saberes académicos deberían pasar a un segundo término, pasando a trabajar la educación en valores como algo primario, porque el saber ser persona, el respeto, la empatía, la solidaridad, el compañerismo, la lealtad, la amistad, y un largo etc. son lo que realmente mueven el mundo y dan la felicidad.
Como he dicho anteriormente no en todos los colegios ocurren éstas cosas, por lo que me gustaría destacar la diferencia existente en cuanto a valores humanos entre alumnos de infantil y primaria de un colegio católico, a la mayoría de colegios públicos. Los valores que se tratan en cada uno de ellos son inculcados en mayor medida y calidad en un colegio católico, aunque en un colegio público también se imparta la asignatura de religión. Para estos niños, los valores cristianos que les enseñan en la escuela son obvios,  parece ser que es debido al profesorado y a las familias que confían en que la educación católica es mejor. Las familias tienen esos valores y los profesores que allí trabajan, o al menos la mayoría, también. Ellos han sido educados desde la religión, es lo que el cristianismo les ha aportado y creo que tiene consecuencias muy beneficiosas en la educación de los alumnos.
No podemos negar que existe una gran crisis de fe, y esa crisis desencadena en crisis de valores y en problemas varios. Puede ser debido a ese vacío interior, que como dice Alejandro Llano, poseen las personas que no le encuentran sentido a la vida, que viven sin esperanza y no les importan las repercusiones de sus actos.
La educación en el colegio, debería ser impartida desde el punto de vista del profesor Toshiro Kanamori.   Este profesor no considera nada más importante que los valores, para él se va al colegio, principalmente, a ser feliz. Trabaja los valores con los niños de una manera brillante y obteniendo resultados fascinantes. En el documental pensando en los demás, podemos ver como el profesor para el transcurso de las clases ante alguna preocupación sobre las actitudes de sus alumnos, y se dedica durante días, a trabajar en ello para conseguir una solución. Eso es lo verdaderamente importante, ser feliz, y solo se consigue siendo bueno con los demás; de nada sirve tener una gran inteligencia y conseguir un trabajo brillante si tienes un espíritu pobre,  porque seguirás siendo infeliz.  Como dice Baden Powell: "La bandera de conseguir la felicidad será haciendo felices a los demás"
Con este ejemplo del profesor Kanamori, quiero destacar la importancia de la vocación en un  profesor para que todo esto sea posible, ya que creo que un profesor sin vocación no puede tener jamás la paciencia necesaria para esta complicada tarea educativa que se necesita actualmente. Ser profesor no es sencillo, realmente no creo que lo haya sido nunca, pero en la actualidad hay muchos factores que condicionan y complican la tarea del profesor. Podemos poner como ejemplo, el gran número de vínculos que se rompen entre padres e hijos debido a la gran cantidad de divorcios existente. Esta ruptura con uno de los vínculos, bien sea con el padre como con la madre, repercute considerablemente en los niños, alterando en ellos su comportamiento y personalidad, brindando al profesor la responsabilidad de entrometerse, por el bien del alumno, en los problemas de la familia; lo cual muchas veces se agradece pero en otras supone un conflicto entre padres y profesores. Todo depende de la personalidad de los padres; hay quienes siguen respetando al profesor, y otros que no valoran ni respetan su trabajo ni su persona, porque consideran que sea cual sea el problema, su hijo no es el causante.
Por otro lado, también hay profesores que llegan al colegio, explican cuatro cosas y ponen a trabajar a los alumnos. Se fijan en quien trabaja y en quien no, en quien aprueba y en quien suspende. Muchos de ellos ni siquiera se preguntan el porqué de esos continuos suspensos, de esa falta de atención o de la tristeza de esos niños. Llegan a clase, cumplen con su horario y se marchan a casa sin más preocupaciones que sus propios problemas. Sinceramente, ser profesor es mucho más que cumplir con un horario, somos responsables de unas personitas que el día de mañana llevarán un tipo de vida u otro en función de lo que nosotros y su familia le hayamos enseñado y ayudado. Para mi será un honor que con el paso de los años un alumno me recuerde por lo que signifiqué en su educación y en su vida. Esa satisfacción será lo que a mí me de la felicidad, no la buena vida que tienen los profesores (dos meses de vacaciones más todas las fiestas, buen sueldo...) como se considera actualmente. Eso es tener vocación por la docencia, y eso es lo que se necesita para que podamos salvar la educación en España.
En lo que respecta a las familias, deben poner las bases de esa educación en valores para que desde otros contextos como la escuela, puedan complementar e insertar constructivamente aquello que deben aprender; así como para contrarrestar aquellas influencias a las que los niños están sometidos desde la infancia. Se debe pensar ante  todo en el bienestar de todos dejando de lado prejuicios, orgullos, impulsos, etc. Pensar solamente en ser felices y querer que las personas que nos rodean lo sean también. Olvidarnos de todo lo mundano y centrarnos en  lo humano es lo único que puede salvar esta sociedad de la que tristemente no me puedo sentir orgullosa.

BIBLIOGRAFÍA

Isabel Carrillo (2007). ¿Es posible educar en valores en familia?. Colección familia y educación Vol.11. Barcelona, España. Editorial GRAÓ.


Colegio concertado" la Inmaculada". Fundación Educación Católica y edición del Excmo. Ayuntamiento de Yecla.  Coordinador / Editor:  Francisco José Morales Yago. Yecla (Murcia), España. Editorial. EDELVIVES.


Hoffman, L.  Paris, S. Hall, E. (1995).  Psicología del desarrollo hoy. 6ª Edición, Vol.1. Madrid, España. Editorial: McGRAW-HILL/INTERAMERICANA DE ESPAÑA, S.A.



ENLACES DEL DOCUMENTAL "PENSANDO EN LOS DEMÁS" (Toshiro Kanamori)

 

https://youtu.be/Pb_ZJ_xnx6I   (PARTE 1)

https://youtu.be/8-mPRGLpzP0 (PARTE 2)

https://youtu.be/6HA6BFsD57U (PARTE 3)

https://youtu.be/vA_qA526-hU (PARTE 4)

https://youtu.be/mbz_bIoisoQ (PARTE 5)